¡BASTA DE LUCHA DE CLASES! SOMOS TODOS COMPAÑEROS

"Esta debe ser ante todo la mira, éste el esfuerzo del Estado y de todos los buenos ciudadanos: que cese la lucha de clases opuestas y se promueva una cordial cooperación entre las diversas profesiones de los ciudadanos." S.S. PIO XI

Hartos estamos de la guerra de clases que malograda por los mismos gremios mal fundados que nos representan y de la ideología marxista que nos culturiza; nos enfrentamos entre trabajadores de uno y otro rubro o especialización. "Esta es una lucha de carteros"; "los auxiliares estamos más capacitados para ver mejores realidades"; "aquellos se juntan a tomar café con un jefe"; "un supervisor o auxiliar despreciables y corruptos son por ocupar tales puestos". Estas cosas empobrecen y denigran al obrero, como persona en primer lugar, y como trabajador en segundo; restando en su participación pública y política y recortando sus posibilidades naturales de desarrollo y progreso.

Si bien esta es una página de carteros; pues ser CARTERO es un loable oficio (histórico, lírico, polirreferencial y social); no por ello dejamos de reconocer la condición compartida de trabajadores y empleados del Correo con auxiliares, supervisores, jefes y gerentes. Con respecto a nuestros empleadores (Los Kirchner, Los Macri, Sindicato Sitracyt (cosa indebida y contradictoria) y algún otro capitalista tapado) no podríamos, no obstante, hablar de guerra de clases -que no debe haberla por clase- sino guerra de pareceres, ideas y políticas. Mejor dicho, una guerra pasiva y persistente, ¡tenaz!, contra un sistema corrupto del cual las figuras susodichas son las primeras en representar y ejecutar. Que haya esta guerra sí es una necesidad.

Con respecto a la forma natural de sindicalizarse -tendiente hoy a las conveniencias de los Monopolios más que a la de los trabajadores- natural sería que haya un único gremio para la función que realiza un CARTERO, trabaje éste en OCA, ANDREANI, PROSEGUR, SYCAR, EPSA, UNION, CORREO ARGENTINO, etc. El oficio del cartero debería agremiarse según el tenor de su oficio; porque sus padeceres, necesidades y desgastes -sin por esto caer en la guerra de clase que detestamos- no son para nada semejantes a las mociones propias que acarrean otros oficios que comparten circunstancialmente nuestra misma sede empresarial: Técnicos, Escaneadores, Apartadores, Valijeros, Transportistas, etc.

Avale lo que decimos lo que enseña la Iglesia:

"Aunque el trabajo (...) no es vil mercancía, sino que hay que reconocer en él la dignidad humana del obrero, y por eso no ha de ser comprado ni vendido como cualquier mercancía; sin embargo, en las actuales circunstancias, la oferta y la demanda en el así llamado mercado de trabajo separan a los hombres en dos clases, como en dos ejércitos, y la disputa de ambas transforma tal mercado como en un campo de batalla, donde uno en frente de otro luchan cruelmente. Como todos ven, a tan gravísimo mal, que precipita a la sociedad humana hacia la ruina, urge poner, cuanto antes, un remedio. Pues bien, perfecta curación no se obtendrá sino cuando quitada de en medio esa lucha, se formen miembros del cuerpo social bien organizados, es decir, ordenes o profesiones en que se unan los hombres, no según el cargo que tienen en el mercado del trabajo sino según las diversas funciones sociales que cada uno ejercita." S.S. Pío XI