Aseel Kami y Ross ColvinBAGDAD (Reuters)
Sobre la entrada de la Oficina General de Correos en la ciudad de Nueva York está grabada la siguiente inscripción: "Que ni la nieve, ni la lluvia, ni el calor ni la oscuridad de la noche les impida a estos mensajeros completar sus rondas designadas."Pero los carteros de Bagdad, que día a día enfrentan calles marcadas por la guerra en sus pequeñas camionetas amarillas, se rigen por otro lema extraoficial: que vengan las balas, las bombas o los ataques. El correo debe llegar a destino."Yo considero a los carteros como los mujaidines (guerreros santos)," dice el director del Correo y Dirección de Ahorros, Safaadine Badr."Les digo así, porque ellos desafían la mala situación de seguridad, como las explosiones, para repartir el correo por Bagdad." agrega.En una ciudad cuyas calles han sido convertidas en campos de la muerte por la violencia entre la mayoría árabe chiíta y la minoría sunita, y donde las escasez de agua, cortes de energía y la falta de combustible son comunes, el sistema postal todavía funciona, aunque eso parezca increíble."Yo me encargo de al-Saadoun, que es una zona peligrosa. Un día se produjeron tiroteos. Me escondí hasta que los disparos acabaron y luego continué repartiendo el correo," dijo Sameer Abbas, un veterano del servicio postal con 25 años de experiencia. "Usualmente, cambio mi recorrido cada día, especialmente cuando porto dinero," destacó Abbas, quien junto a sus colegas es responsable por el reparto de cuentas telefónicas y la recolección de pagos.Una campaña de seguridad de los ejércitos de Estados Unidos e Irak, que han montado veintenas de puestos de control y se han ubicado en puestos de avanzada en barrios de la capital iraquí, ha ayudado a reducir significativamente el número de bombas al costado del camino y matanzas sectarias.Pero las milicias sectarias todavía merodean partes de Bagdad, una ciudad religiosamente mixta de 7 millones de personas.Las bombas son una amenaza siempre presente para los carteros que pasan por entre los puestos de control y kilómetros de muros de concreto que le han cambiado el rostro a la ciudad y cerrado tramos de muchas calles. ¿ALGUIEN EN CASA?"Uno de los principales obstáculos son los caminos bloqueados y los muros de contención," dijo Badr en su oficina del Correo y Dirección de Ahorros, un complejo compuesto por dos edificios de dos pisos.Otro de los inconvenientes es más simple: encontrar al destinatario de la carta o la encomienda que se debe entregar.La violencia sectaria ha causado un cambio poblacional masivo en la ciudad, forzando a miles de chiítas y sunitas a huir de los barrios mixtos en busca de la seguridad de zonas donde sus sectas sean mayoritarias o, en el peor de los casos, directamente a abandonar Bagdad."Ser cartero en Bagdad no es como en otros países. Las casas no tienen buzones, de modo que puedes pasarte horas tratando de encontrar la casa correcta y luego descubrir que la persona ha dejado ese domicilio," contó el cartero Abbas."Sin los buzones debemos encontrar a un vecino a quien entregarle el correo o ponerlo bajo la puerta," agregó.El nuevo trazado de la ciudad ha dado lugar al "intercambio de puestos" en el directorio postal, con empleados chiítas y sunitas a canjear puestos con colegas en oficinas donde su secta sea la fuerza dominante."Al menos 21 empleados tuvieron que ser transferidos de nuestra oficina postal. Ellos eran chiítas," dijo Hayawi al-Azawi mientras recogía un bolso de correspondencia en la oficina central de clasificación.Azawi es el gerente de la oficina en Abu Ghraib, un peligroso bastión insurgente árabe sunita.Abu Ghraib es considerado peligroso para el ingreso de los carteros, junto a los volátiles barrios de Tarmiya, Doura y Amiriya. Los residentes del lugar usualmente reciben llamadas telefónicas para recoger su correspondencia de las oficinas centrales del correo.Cuatro de las 72 oficinas de correos de la ciudad han sido destruidas por la violencia desde la invasión encabezada por Estados Unidos en el 2003, dijo Badr. Pero se conoce un solo cartero que haya muerto en Bagdad.Este caso fue en Amil, en el sudoeste de la ciudad."Nuestro trabajo definitivamente es peligroso. Hay explosiones, debemos ingresar en zonas peligrosas y luego están los puestos de control," dijo Abu Mustafa, un cartero del distrito central de Karrada."Sin embargo, nunca pienso en renunciar. He estado haciendo este trabajo por más de 20 años. Además, me gusta mi empleo," concluyó.
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