Lo dicen informes oficiales y usuarios del correo. Hay reclamos que tardan más de un año en ser resueltos. Los clientes afectados rara vez son indemnizados. Y los controles no alcanzan o son demasiado débiles.
La primera demora en la historia del correo quedó registrada en la construcción de su gran palacio francés, que hoy está entre el Luna Park y la Casa Rosada: 41 años pasaron años entre que pusieron la piedra fundamental, en 1889, y terminaron el edificio.
Un siglo después, y contra los augurios apocalípticos sobre el fin de la correspondencia en papel, en la era del e-mail, la gente, las empresas y el Estado usan el correo más que nunca, aunque casi nadie está conforme con su velocidad.
La dimensión del mercado es récord: 2.530 millones de pesos de facturación en 2007, un 32 por ciento más que un año antes, entre el Correo Oficial -primera empresa reestatizada por la administración Kirchner- y los 135 operadores postales privados. Van y vienen 1.378 millones de sobres, facturas, cartas documento y paquetes, un 12 por ciento más que en 2006.
Eso significa que se registra la mayor cantidad de envíos de los últimos 15 años, dicen las últimas estadísticas oficiales. El Estado maneja el 40 por ciento del negocio. El resto, los privados. Pero, ¿llegan a
Según el último Informe Anual del Mercado Postal, recientemente divulgado, la puntualidad escasea. Los pocos controles de calidad que hizo la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC), el organismo que ejerce poder de Policía en materia postal, detectaron un bajo cumplimiento del estándar de dos días comprometido para las entregas y determinaron que siempre hay un porcentaje de cartas que se pierden antes de llegar a
Por esas fallas, los clientes no reciben indemnizaciones y las empresas rara vez , o nunca, son multadas, según otro informe, de la Auditoría General de la Nación. Como los reportes de los organismos de control están desactualizados, Clarín hizo su propia experiencia y envió cartas simples a los cuatro puntos cardinales del país, por el Correo Oficial. Saltaron a la vista irregularidades en las frecuencias del servicio.
En 48 horas, a 1.060 kilómetros de la redacción porteña, el cartero golpeó la puerta del corresponsal del diario en Misiones, como lo aconsejan los parámetros de eficiencia. Pero sólo esa carta llegó a tiempo. Otro sobre despachado en la zona del Congreso, donde está el Kilómetro 0 de las rutas nacionales, tardó cuatro días en recorrer... cuatro cuadras.
La comunicación postal con Mendoza capital, a 1.080 kilómetros del Obelisco, fue posible luego de seis días. "Una empleada del Correo me explicó que la carta no viajó por avión -relata Roxana Badaloni, periodista de la agencia mendocina de Clarín-, ya que, por tratarse de un envío simple, que cuesta un peso, se manda por camión.
Es una carta que no tiene prioridad, no se le hace seguimiento y tampoco se puede reclamar en caso de extravío. Y es posible que el mismo cartero haya demorado uno o dos días para dejarla en su destino, por el hecho de priorizar las cartas certificadas y exprés".
No todas las provincias poseen centros de recepción postal. Mendoza, por ejemplo, recibe las cartas que van a San Luis y San Juan, por lo que, si la carta es para un puntano, pasará muy cerca de su casa, por la ruta 7, seguirá su trayecto hasta el centro de distribución que hay en Mendoza (a 250 kilómetros) y de ahí volverá a San Luis.
Los que viven al pie de la Cordillera de los Andes recuerdan con nostalgia los vagones postales de "El Cuyano", "El Libertador" y "El Sanjuanino", en la época dorada de los ferrocarriles. El cierre de los ramales ferroviarios durante los 90, los caminos rotos y la escasez de vuelos de cabotaje aparecen hoy entre las primeras excusas de la lentitud de las cartas.
Quizá por eso, al cierre de esta edición y 80 días después de haber sido enviadas, no llegaron aún las cartas a los periodistas de Clarín en San Salvador de Jujuy (a 1.660 km de Buenos Aires) y Ushuaia, Tierra del Fuego, a 3.150 kilómetros del Palacio de Correos. -Llegamos a los lugares más remotos del país, al norte jujeño, por ejemplo, donde trabajamos a pérdida- quiso defenderse un portavoz del Correo Oficial. -Justamente, ahí mandamos una carta y aún no han llegado- le explicó Clarín. -¿Cuándo la mandaron? -El 8 de noviembre -Ah, mmm, bueno..., voy a averiguar qué pasó.
La cuota de ineficacia de los servicios públicos juega su partido. En los nueve operativos de control que hizo la CNC durante 2007, se detectó entre un 2,5 y un 19,17 por ciento de cartas simples extraviadas.
"A veces roban un camión, hay un incendio o asaltan al cartero, son hechos fortuitos, no tenemos la culpa", alegó una fuente del Correo, que ante la insistencia de Clarín no pudo precisar cuántos atracos sufrió la institución o sus empleados de calle.
En apenas cuatro de las nueve inspecciones, los prestadores del servicio de correos (el público y dos privados), alcanzaron el nivel de confianza esperado del 95 por ciento de entregas realizadas de manera correcta.
En todos los casos se encontraron anomalías tales como cartas mal fechadas y matasellos ilegibles. La muestra nacional escogida por la CNC es demasiado pequeña, ya que sólo abarca a las cartas simples, que representan el 21,8 por ciento del mercado postal.
Sólo se revisaron envíos a tres
Si fuera por las cifras de la CNC, que constató 176 pérdidas en 2.160 envíos, de los 300 millones de cartas simples que se enviaron el año pasado, 24 millones estarían sin paradero conocido. Lo seguro, admiten los funcionarios, es que miles de cartas nunca llegan a destino.
Fuente: Clarín de Hoy
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